jueves, 28 de noviembre de 2013

Y sigo descubriendo los bosques de fantasía de mi mente.

Mientras sufro por las notas de la universidad, por los trancones de la ciudad, por la falta de efectivo, mi mente vive en otro mundo. Un mundo en el que soy aveces tan ajena. Un bosque que se esconde en lo mas profundo de mi ser. Lleno de historias cotidianas que contar. Ese mismo que tiene voz  y me dicta que escribir para poder dibujar una sonrisa.

En una lucha, interna propia de adolescentes, me imagino el bosque en el que tal vez en una vida  pasada me relajaba bajo los vientos de otoño, que en esta vida por azares del destino, no he tenido tiempo de conocer. Piso las hojas sobre las raíces de arboles viejos que tienen historias, que me abrigan de algo que aun no descubro, cada hoja es el pasado de una primavera que ya no funciona, que no sirve, que se fue. Del pasado que a veces olvido, que cambio por esas eternas ganas de reír, de olvidar, de perdonar.
Dibujo arboles, flores amarillas, rojas y azules, iguanas asquerosamente grandes, a las que no temo, a las que acaricio, a las que pinto con azul, azul oscuro, azul rey, azul.... mucho azul. 
En un cambio de línea del tiempo, resulto en un futuro incierto, que quiero poseer. En la mitad de mi vida, la vida con ellas, las personas que en los últimos días han sacado sonrisas de mis tristes labios y han logrado hacer que vuelva una y otra vez a ese bosque que imagino. 
Soy muy feliz en medio de las sombras de grandes arboles que me cobijan y que con cada movimiento de mi cuerpo menean sus ramas, como quien hace saber que hay están, para protegerme. 
Tal vez por eso le huyo a las sombras de los arboles, porque en la vida real no son tan lindos como los que imagino. Tal vez traen mucho mas de lo que imagino y es demasiada paz para mi cuerpo, en otra época tal vez descubra que ha pasado por mi mente en vidas pasadas.

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