Fuimos cómplices.
Aquella noche fría,
Nos
consumimos en el calor del otro.
Nos escuchábamos
respirar, roncar, pensar.
Nos leímos
nuestras pieles, nos sentimos, nos olimos.
Fuimos fieles.
Fieles a
la conservación de la especie,
Al deseo
inminente de penetrar, arañar, de gritar y gemir.
Fuimos fieles.
Al deseo
de estar, de acostar y levantar, de apretar, de llorar, de sollozar y de contar.
Contarnos
todo cuanto venía a nuestra mente,
Pronunciar
en silencio nuestros votos de amor para otros,
Mirarnos
a los ojos y ver amor ajeno.
Tarde.
Nuestra piel
tuvo más esa noche, más que un simple contacto.
Movilizamos
los tragos de cerveza, los cigarros, la soledad.
Fuimos dibujados
una y otra vez por el otro,
Acariciados,
amados, queridos y deseados por nuestras manos.
Queriendo
que fueran de otros.
¡De otros
lejanos!